martes, 8 de junio de 2010

Autoevaluación

Autoevaluarse nunca es una tarea fácil ya que siempre queremos para nosotros una buena nota porque, o bien, creemos que hemos trabajado duro, o simplemente queremos una nota alta en nuestro expediente.
En mi caso, no diré que no me gustaría la segunda opción, pero daré algunas razones que justifiquen que me merezco una buena nota, un sobresaliente me atrevería a decir.
En primer lugar, esta asignatura ha acaparado la mayor parte de mi tiempo, y no ha sido a disgusto ya que he disfrutado mucho saliendo a pasear para inspirarme en el ensayo, echando fotos y viéndolas una y otra vez para decidir cuál es la mejor, desde que perspectiva se ve mejor aquello que yo quería decir…
Con esto quiero decir que todo el tiempo dedicado ha sido aprovechado y disfrutado, al contrario de lo que sucede cuando haces la mayoría de los trabajos de la facultad, me he implicado totalmente y lo he notado ya que mis pensamientos estaban siempre pensando en cómo hacer esto o aquello todo el tiempo, aún cuando salía a tomar algo y he de decir que en estas ocasiones también me han surgido ideas, unas las he utilizado, otras no me han parecido buenas después.
En segundo lugar, quiero hacer referencia a los resultados. No tengo gran conocimiento para saber si mis trabajos son realmente buenos, pero teniendo en cuenta mi formación y experiencia, creo que lo que he conseguido ha sido bueno, o más que bueno. Estoy muy orgullosa de los resultados.
En tercer y último lugar, he sido muy puntual en la entrega de todos los trabajos, tanto los dos finales como los que hemos ido realizando a lo largo de las semanas de clase.

miércoles, 2 de junio de 2010

Obra videográfica: IMAGINATE UN BUEN LIBRO





































http://www.youtube.com/watch?v=iiXzIFrF9Yo








Por motivos técnicos al comprimir el video se ve demasiado mal y lo he colgado directamente en You Tube.

Os dejo el enlace para poder acceder a él con facilidad y unas capturas de pantalla para saber qué video es.

martes, 1 de junio de 2010

El arte para todos

El arte para todos

Salir a dar un paseo es algo normal, necesario y habitual en la vida de mucha gente. Normal porque lo hacemos casi instintivamente, sin pensar siquiera un motivo. Y necesario debido al ritmo de vida que llevamos, siempre con prisas, marcando el paso que imponen las agujas del reloj. Una vida llena de obligaciones y necesidades ceñidas a un horario determinado. Una vida de preocupaciones e inquietudes que con el paso de los años de hacen más fuertes dentro de nosotros. Una vida en la que necesitamos muy a menudo desconectar de todo, olvidarnos de lo cotidiano y disfrutar de un poco de tiempo libre.

Yo suelo desconectar simplemente dando un paseo, dejando que mis pasos me lleven hacia ninguna parte, a ningún lugar en concreto. Me gusta que mi cabeza no fije un destino, que mis pies se dejen llevar uno tras otro y que mis sentidos hagan el resto. Muchas veces disfruto de este pequeño placer por el campo, donde mezclo el sonido que hacen mis pasos con el del entorno. Me dejo absorber por la quietud, por el sonido del silencio que con bastante frecuencia se rompe con el canto de algún pájaro o el viento abriéndose paso por las ramas de los impasibles árboles. Solo me dejo llevar sin pensar qué hice ayer o qué tengo que hacer mañana.

En la ciudad todo es distinto salvo en lo de fijar un destino. Mis sentidos están o deben estar más despiertos, más preparados ante una posible adversidad. Debo tener los ojos abiertos al cruzar una calle, cuidado con el semáforo, cuidado con la prisa de alguien que llega tarde a no sé donde, cuidado con mirar a donde no se debe, etc. Me abstraigo de todo esto con facilidad, la ciudad tiene también la virtud de conseguirlo en multitud de ocasiones. A mi paso voy encontrando los ingredientes necesarios para olvidar la rutina. Me gusta sentarme en cualquier plaza o parque y mirar simplemente una fuente, escuchando el murmullo del agua. Ver a la gente jugar con sus hijos o nietos, otros paseando con el perro o encontrar a uno de los muchos músicos que ponen su arte al servicio de los viandantes, o esos que se transforman en estatuas, alguien que pinta un cuadro al pie de algún monumento, esos turistas armados de cámaras fotográficas dispuestos a disfrutar de cualquier momento y dejar fe de ello en su máquina.

Yo, habitualmente también llevo la mía, me gusta hacer fotos, a veces se encuentran cosas interesantes y me gusta llevarla encima.
Hace poco, en uno de mis paseos al atardecer, encontré en una callejuela uno de esos dibujos que ocupan una pared entera. En él se observa a un hombre, o mejor dicho, su cara en plan pensativo. Estaba en una pared al fondo. Era de una calidad buenísima, una obra de arte. Estuve un buen rato allí, parada, sin mirar a otra parte. Me dije a mi misma… antes sólo era una pared que indicaba que la calle no tenía salida y ahora, esa calle sin salida tiene algo que merece la pena, algo que te retiene allí aunque sólo sean unos minutos y después saldrá a la palestra en alguna conversación con mi familia y amigos. Les diré que hay una calle en algún lugar que me gustaría que viesen.

Estoy estudiando Psicopedagogía en la Facultad de Ciencias de la Educación de Granada. Para una de las asignaturas, en concreto EPDEA (Educación Plástica y sus Dificultades de Enseñanza-Aprendizaje), se nos ha encargado un trabajo, este consiste en una investigación teórico-visual de un tema a elegir relacionado con la asignatura. Yo me he acordado de aquel dibujo hecho en plena calle, donde nadie te cobra una entrada para poder disfrutar de él, y he pensado en los muchos dibujos que debe haber en toda la ciudad, que desconozco, y he decidido enfocar mi trabajo a este tema, profundizando en él y no ser sólo un espectador.

Me he preparado para disfrutar de uno de mis placeres, pasear, pero esta vez lo haré de forma distinta, me he fijado un objetivo, llevo mi cámara de fotos preparada y una botella con agua. Me propongo fotografiar todo dibujo que encuentre a mi paso, no tengo ni idea por dónde empezar pero ya se sabe, hay que dejarse llevar y olvidar el resto.

Emprendo mi marcha y todo es tan normal como de costumbre, el primer semáforo, suerte que está en verde, la gente se agolpa sobre el paso de cebra, hace un poco de calor, se escucha la sirena de alguna ambulancia, es una pena que siempre tengan trabajo. ¡Bueno! yo a lo mío, paso a paso, me desvío hacia una zona de calles que se cruzan por todas partes, en todas las direcciones, empiezo a ver en las paredes innumerables pintadas, algunas son como firmas, otras son frases, pensamientos impresos con pintura en cualquier parte, ya sean puertas, portones, contenedores, cualquier sitio es bueno para gastar tiempo y pintura. Pienso que a los dueños de los edificios no les debe hacer mucha gracia, no es muy agradable para la vista. Sigo caminando y ahí está lo que vengo buscando, uno de esos dibujos que te obligan a pararte, a sacar la cámara y ¡flash!, seguro que por esta zona hay muchos más, esto me anima y sigo a la caza de algo magnífico.

Sigo caminando, doblando esquinas, dispuesta a gastar suela. Ahora no dejo de apretar el gatillo de mi cámara, me sorprendo de la cantidad de garabatos que hay a derecha e izquierda, nunca le había dado tanta importancia, ya he pasado otras veces por aquí y me parecía un sitio normal, pero es como entrar en otro mundo. De repente veo un dibujo que me llama especialmente la atención, digo esto porque me suena haberlo visto más veces y en lugares diferentes. Es un pajarillo con una gorra de color rojo, gasto un poco de batería para que forme parte de mi repertorio. Y no paro de hurgar en mi memoria, ¿dónde he visto antes este dibujo? Creo recordarlo y cambio el rumbo. Mientras busco a mi pájaro de gorra roja no olvido mi cometido y sigo encontrando de todo a cada paso. Observo que hay frases con pequeños dibujos hechos con una plantilla, todos reivindican algo, y se repiten con frecuencia, incluso en las señales de tráfico. Todo esto da que pensar, cuánta gente muestra su descontento hacia aspectos de nuestra sociedad, quizá no encuentren otro método de expresión. Mientras reflexiono, mis ojos se abren ante la visión, ahí está mi pequeño animal de plumas amarillas con su gorra roja, y a unos cincuenta metros, otra vez. El graffitero, o mejor dicho, todo graffitero, tiene su seña de identidad y este dibujo es una prueba de ello. Hay otros más que se repiten con frecuencia y sigo mi paseo.
Hace calor y estoy un poco incómoda con la chaqueta en la mano pero he encontrado algo que me deja boquiabierta. Es la fachada de un bar, sus colores llaman la atención a cualquiera, la gente que pasa por la calle regala su mirada a dicha fachada y se oye algún comentario de fascinación. Puedo observar en el dibujo a tres hombres montados en una barca, sólo sus siluetas, es un atardecer precioso hecho con maestría, me quedo un buen rato a contemplarlo y se me olvida el calor y la chaqueta en la mano. Siempre me ha resultado incómodo tener que llevar algo en la mano y acabo por buscar algún sitio donde sentarme un rato, pero hoy estoy bastante animada y decido seguir caminando. Es increíble la de cosas que puede trasmitirte un dibujo del cual, la gran mayoría pasa, yo lo he hecho otras veces. Regalando mi tiempo a algo que antes no me llamaba la atención, siguen mis pasos, que apenas se sienten cansados. Sigo cruzándome con gente continuamente, doblando esquinas, esquivando coches, algún que otro semáforo donde es obligatoria la parada. Me siento un poco agobiada pero sigo encontrando paredes que han dejado de serlo y el agobio va al fondo de mis prioridades, me paro en cada una de ellas, ahora son algo mágico, algo que me aparta de la rutina mientras analizo cada trazo de pintura, no entiendo mucho de dibujo pero mis ojos saben diferenciar algo que es bueno. Me paro y echo un vistazo a mi cámara, miro todas las fotos que he realizado, cuesta decidirse por cuál es la mejor, intento recordar el recorrido que he hecho para volver a repetirlo.

Siguen sucediéndose pintadas por todas partes, la gran mayoría son solo garabatos que ensucian las paredes, en mi opinión es algo que afea el entorno pero para no quedarme tan solo con mi opinión me decido a preguntar a alguien que pasa por aquí. Siempre es bueno tener diferentes puntos de vista sobre cualquier cosa para sacar el máximo provecho. He parado a un hombre y le he preguntado qué le parece que todas las paredes estén llenas de firmas extrañas y todo eso, y me ha contestado: “Me parece que es una porquería pero si están ahí es porque algo no funciona bien, el que vive bien no se pararía a escribir nada en una pared, o eso creo, la sociedad en la que vivimos tiene un funcionamiento que no a todos les beneficia, aunque creo que a nadie, este es un ejemplo claro para comprobarlo, a nadie le gusta esta guarrería pero quizá sea una forma de que todos se paren aunque solo sea un momento a reflexionar sobre la razón de todo esto, quizá es un arma para el más débil para conseguir eso, reflexión. No hay que quedarse solo con lo que nos dicen los medios de comunicación cuando ellos solo saben hablar de gamberrada, seguro que hay algo más pero a nadie le interesa”.
Bueno, me despido y hecho un par de fotos más, qué calor hace, menos mal que tengo mi botella con agua. Mientras bebo recuerdo un dibujo que vi en otra ocasión y decido ir a verlo, queda un poco lejos pero me estoy divirtiendo y no me cuesta nada. Recuerdo que el dibujo es de poca calidad, apenas unos trazos hechos a desgana que intentan simular una cara pero me llamó la atención por el hecho de que aprovecha unas máquinas de aire acondicionado que hacen de ojos y un contador de algo en la parte baja del edificio para hacer de teléfono móvil y quedaba bastante bien, o por lo menos original.

Después de caminar un rato llego a dicho lugar y… ¡ahí está!, ha perdido un poco de color, pienso que alguien ha intentado borrarlo y no lo ha conseguido del todo. Me pregunto por qué si solo es una casa vieja seguramente declarada en ruinas. Puede que la razón sea que está en una zona céntrica de la ciudad. En las calles principales no se suelen encontrar dibujos, quizá porque están más vigiladas y hay pocas opciones de pintar algo y no ser vistos, o también porque se está más preocupado de borrarlas cuanto antes. Supongo que es malo para el turismo o yo qué sé. Bueno, saco la cámara y al ataque, unas más para la colección. Me decido a caminar por una zona por la cual, nunca he pasado, todo son calles estrechas por las que apenas sí cabe un coche. Pienso que por aquí seguro que hay algo interesante y eso me anima a seguir. Me he desviado mucho del recorrido que tenía planeado, ha sido casi sin darme cuenta, me siento absorbida por el tema, ya ni siquiera pienso que es un trabajo para una asignatura.
Han pasado algo más de dos horas y parece que llevo caminado solo un ratito. También me gusta pararme delante que cualquier escultura, de esas que se encuentran en cualquier parte de la ciudad, e intentar captar ese momento, ese gesto en sus manos, la expresión en sus ojos y me he quedado un poco parada al descubrir que son las mismas sensaciones ante todos estos dibujos hechos en cualquier pared en la calle. Entre todas las fotos que tengo hay una en la que me he detenido por una frase en la que no me había fijado cuando hice la foto, en ella dice: El arte para todos.
Me quedo con esta frase por su sencillez y por lo mucho que dice. El arte, la cultura… nos hace ser más personas, el hecho de hacernos reflexionar es siempre importante, pensar en las cosas, sentirse identificado con algo es un sentimiento maravilloso, es algo que hecha fuera el veneno que todos llevamos dentro, es no sentirse nunca solo al ver que alguien con un cuadro, con una escultura, una canción… ha expresado algo que tú sentías desde hace tiempo y no lograbas echarlo fuera. El arte para todos, hermosa frase. Todos necesitamos el arte, el mundo necesita el arte y sobran los que quieren enriquecerse con él sin entenderlo. Un dibujo en una pared cualquiera, de un barrio cualquiera de cualquier ciudad es arte para todos. Yo lo he sentido esta tarde de esa forma. Lo he sentido y quiero entenderlo desde el respeto, no molestando a nadie, si alguien no desea que su portal sea una guarrada, está en su derecho de exigirlo y debemos respetarlo, pero hay un montón de paredes que sólo son eso y un buen dibujo las convierte en algo especial.
Bueno, yo a lo mío, he entrado en una pequeña tienda de golosinas y me he alegrado el paladar con alguna chuchería, necesitaba un poco de azúcar. Camino por una calle donde parece que las pintadas no existen, no hay nada por ningún lado pero al final veo unos jardines con un arco enorme que hace de entrada y me llama la atención, camino hacia él y veo que la calle se abre, todo es más amplio, hay bastante tráfico y mucha gente por las aceras, cuesta caminar sin chocar con alguien. Al fondo de la calle, un poco en pendiente, hay una casa que sobresale hacia la calzada más que el resto y en su esquina hay un dibujo que me llama la atención, hay dibujada una jirafa pero la mitad del dibujo es parte del mobiliario, en concreto un cable eléctrico y un cajetín de la luz. Saco la cámara y aprovecho. Seguro que por aquí hay algo bueno, algo que haga detenerme. Al llegar al final de la cuesta, la visión es maravillosa, acelero el paso y me planto delante de un dibujo que me deja maravillada. El dibujo es enorme, de unos cuatro metros de altura, es un anciano de barbas blancas y largas tocando el violín, su expresión en la cara hace que se escuche su instrumento. Empiezo a ver gente con cámaras fotográficas y me doy cuenta que la pared es muy larga y está llena de dibujos como este, la calidad es impresionante. Pienso que hay que tener mucho talento para hacer esto. Hay que ser un verdadero artista para transmitir tantas sensaciones diferentes con un dibujo. Ahora no paro de gastar batería en mi cámara, me siento casi eufórica, que tarde más maravillosa estoy pasando. He perdido la noción del tiempo, la he perdido entre colores, entre trazos que son un regalo para la vista. Después de estar aquí durante algo más de media hora decido seguir caminado, ahora voy cuesta abajo y a mi izquierda, al otro lado de la calzada hay un montón de dibujos de igual calidad que los anteriores. En uno de ellos hay dibujados una especie de engranajes y me suenan muchísimo. Decido echar una ojeada a todas las fotos y observo que dichos engranajes aparecen en más de una. Es como el sello de identidad del autor. Sigo cruzándome con gente armada de cámaras fotográficas, van en dirección contraria a la mía, seguro que vienen de algún lugar parecido a este porque todos se muestran muy interesados por los dibujos. Voy llegando al final de la cuesta y encuentro otro dibujo donde se ve de nuevo un hombre tocando el violín y tiene algo en común con el anterior, en él se observan esos engranajes que he visto antes, aunque los engranajes me digan que pertenece al mismo autor también me lo dice el estilo inconfundible.
Unos treinta metros más abajo, por la acera que dirige mis pasos, veo que terminan las casas, sigo caminado y pensando que tal vez ha llegado la hora de volver pero he visto que al final, donde no hay más casas hay una plaza pequeña y muy tranquila, inundada por la sombra de numerosos árboles y por la mejor de las músicas, esa que sale de una pequeña fuente donde voy a llenar mi botella para la vuelta. Me sentaré un rato y disfrutaré la tranquilidad que la tarde me regala. Justo en el momento de sentarme descubro algo que hace que se me olvide el descanso. Frente a mis ojos de abre un panorama inmejorable e irrepetible, la sorpresa se apodera de mi y no hago otra cosa que quedarme quieta, sin pensar nada.
Para empezar, una pared de unos treinta metros de largo situada en la parte baja de esta pequeña plaza, en ella se vislumbra el dibujo de un dragón en toda su extensión, sólo haciendo una foto desde una distancia considerable podríamos apreciar el dibujo en su plenitud. Es un dibujo enorme, el autor le ha dado un colorido muy vivo y con una armonía que me deja atónita. Al final de la pared hay unas escaleras por las que aparece gente con cámaras, todos paran al subir hasta arriba y empiezan a disparar sus flashes hacia la casa que tengo justo al lado y me decido a echar un vistazo. Es lo más increíble que he encontrado a lo largo de mi paseo, la guinda del pastel. Parece como si mis pasos, mis cambios de rumbo, estuviesen destinados a acabar aquí, en este lugar que desde ahora se convertirá en mi pequeño refugio. La casa es de tres plantas, con unos balconcitos arriba, es un poco vieja pero da la impresión de estar habitada. Toda su fachada es un mural de dibujos, o mejor dicho… obras de arte. No queda un solo rincón sin algo que ofrecer a todo el que decida detenerse un rato. La casa forma una L con otra casa, o mejor dicho, solo la fachada de ésta, es lo único que queda de ella y está igualmente pintada. Voy a cruzar la calle para hacer una foto con una panorámica de todo el edificio. Hay unos árboles delante de la casa que no dejan apreciar todos los dibujos. Fotografiaré uno por uno para tenerlos todos individualmente.
Vuelvo a cruzar la calle después de quedarme unos minutos contemplando esta magnífica fachada. Intento imaginarme una ciudad, un pueblo… donde todos los edificios, públicos o privados, todas las casas, tengan sus fachadas con algo especial, cada una diferente al resto. Pasear por sus calles sería enriquecedor para los sentidos. También intento imaginarme esos momentos en los cuales, está esa persona ahí, delante de la casa, pensando en su dibujo, en la forma y los colores con que lo quiere realizar. Todo esto pensando en cuál sería su estado de ánimo, sus sueños, sus devenires en la vida, su intento de transmitirlo a todo aquel que se digne a perder un poco de su tiempo en echar una ojeada. Mirando cada dibujo es imposible no dedicarle unos minutos para intentar ver esos momentos.
Creo que no hay dos personas en la vida que vean lo mismo que el autor al realizar su obra. Cada uno de nosotros sentimos algo diferente ante cualquier cosa. ¡Cuántas veces he escuchado, cada persona es un mundo! Y es lo cierto, creo que es lo que nos hace especiales y esta diferencia hace de igual manera al arte, algo excepcional. Lo hace polivalente, puede inspirar multitud de mensajes distintos.
Cuando encuentro algo que me hace reflexionar, ya sea un cuadro, una escultura, una canción o cualquier otra forma de expresión, considero que en ese algo hay mucho arte. Todos estos dibujos han conseguido, aparte de hacerme reflexionar, soñar despierta siguiendo cada trazo. La mezcla de colores bien armonizada me ha hecho viajar en el tiempo a lugares diferentes. Todos necesitamos este tipo de sensaciones, de ello depende una parte de nuestro bienestar.
Me siento a descansar un poco y a relajarme en la pequeña plaza y aprovecho para beber un poco de agua. Voy a quedarme aquí a hacer nada, sin más, la imaginación debe ser mi guía y yo debo seguirla. La tarde ha sido fantástica, inolvidable, ahora la temperatura es muy agradable, empiezan a encenderse las primeras luces, los coches ya llevan las suyas encendidas y todo me parece agradable, no hay nada que turbe mi alegría.
Han pasado unos treinta minutos desde que me senté a descansar y decido ponerme en pie y emprender el camino de vuelta. Elijo un itinerario diferente y más directo y mis pies son los que mandan. La cantidad de tráfico es considerable y hace que esté concentrada en cada cruce, en cada semáforo. He vuelto a la realidad y empiezo a echar de menos cada instante de mi paseo, ahora empiezo a notar que mis pies están cansados y tengo hambre, ahora toca pensar que haré para la cena, en mañana que vuelven las obligaciones que fuerzan a fijar la hora en la que matar el sueño.
Parece como si hubiera estado durante mucho tiempo en otro mundo donde no existen más que los sueños. He estado todo ese tiempo excluida del mundo real y ahora se escucha todo lo que no me gusta escuchar pero no me importa, nada me molesta en este instante, lo veo todo desde otra perspectiva. Me da igual tener que madrugar mañana o esperar al semáforo para cruzar, todo parece haber adquirido otro matiz, otra textura diferente a la que tenía. Yo he estado en un lugar donde todo el que va está invitado a soñar. Sé que mañana seguiré dándole vueltas en mi cabeza a todo esto, no dejaré de pensar en qué es lo que me ha salido bien para que mi estado de ánimo sea más alegre que ayer.
Mientras sigue mi camino de vuelta a casa pienso en lo difícil que es sentirme mejor y recuerdo uno de los dibujos, en él sale una chica de mirada triste y profunda y justo al lado una frase que dice: No es más largo el camino. Y veo a mi alrededor a toda la gente con demasiada prisa y seguro que algunos no tienen la obligación de ir a cualquiera que sea su destino, la calma es algo que parece desconozcan y para llegar a ella este es el camino más largo. Yo he encontrado hoy el camino más corto y lo he hecho de la forma que nunca quise imaginar, casi inesperadamente, lo he hecho disfrutando del arte para todos, del arte en la calle, sin pagar una entrada para hacer que mi camino sea el más corto y agradable. Con todo esto reivindico ese arte y esa cultura en la calle, el arte de calidad.
Me queda poco para llegar a casa, empiezo a buscar la llave, ¡qué hambre! Qué hago para cenar, me pregunto, aunque no me importa demasiado esta cuestión. Cenaré y empezaré a ordenar en mi cabeza todo lo que ha acontecido la tarde para empezar a escribir mi ensayo, no sin antes echar un vistazo más detenidamente a todas las fotos.
Al fin en casa, suelto las cosas encima de la cama y declino mis pasos en dirección a la cocina, echo una ojeada dentro del frigorífico y decido prepararme una buena ensalada. Mientras la voy preparando, mis pensamientos siguen mezclándose con todos esos dibujos, estoy realmente entusiasmada con todo.
Siempre había tenido una idea equivocada con respecto al tema de las pinturas en la calle. No soy una persona que se deje influenciar por opiniones ajenas, pero pensando en el dicho Cuando el río suena, piedras lleva, esto te puede condicionar. Lo mejor es que cada cual se haga su propia opinión sin influencia ajena. Yo tengo a partir de hoy una idea propia sobre este tema. Me parece genial que paredes que solo son eso puedan transportarte al lugar que quieras imaginar al contemplarlas.
Me siento a la mesa y empiezo a comer, la ensalada me ha salido genial o quizá es la actitud que me hace verlo así.
Recomiendo a todos gastar una tarde en lo mismo que la he gastado yo, posiblemente repitan, al igual que haré yo.
No olvidéis que el arte es para todos.

Arte para todos





















































































































































































































































































jueves, 6 de mayo de 2010